@maibort.petit
Por Maibort Petit
Por Maibort Petit
El caso del partido republicano es fundamental para delinear los factores que permiten describir la crisis que se presenta en la política partidista de los Estados Unidos. Luego de la realización de buena parte de las elecciones primarias -en casi la mitad de los estados y donde participaron más de 16 candidatos- se ha llegado al escenario con dos candidatos que representan la agonía que vive internamente el partido del elefante.
Por un lado está la cúpula, alejada del sentimiento de la base, que reaccionó tardíamente a la candidatura de Donald Trump, un empresario multimillonario que ha montado su discurso de campaña en base a duras críticas al "odiado" establishment de Washington donde están los políticos de oficio responsables directos del caos que vive el país. Trump ha jugado magistralmente con la elevación del sentimiento de lo público y lo privado de los norteamericanos. Con promesas estrambóticas de levantar un muro en la frontera de EEUU y México, de no recibir a los musulmanes en territorio estadounidense y otras de ese tenor Trump ha acaparado la atención de la población que históricamente no estaba activada políticamente pero que hoy día se siente amenazada.
Con Trump la política norteamericana pasó a ser una especie de reality show, una de las mejores representaciones de la política como espectáculo.
De hecho, el senador de Carolina del Sur, Lindsey Graham dijo en enero, antes de darle su apoyo regañadientes que era “como escoger entre que te envenenen o te disparen—¿qué más da?”
Es curioso que el único candidato que podría hacerle frente a Trump sea un político de oficio que a pesar de haber pasados muchos años en Washington no tiene amigos sino una larga lista de enemigos quienes lo califican como insoportable, mentiroso, traidor, y hasta como Lucifer.
Desde la llegada de Cruz a la capital estadounidense ha tratado de desequilibrar el status quo, le dijo Israel Ortega, analista republicano y escritor de Opportunity Lives en una entrevista al canal latino Univisión.
De hecho, cuando Lindsey Graham no lo había apoyado comparó a Cruz con un veneno, y con una frase que refleja el desprecio que siente por el senador de Texas dijo: “si alguien asesinara a Ted Cruz en los recintos del Senado, y el juicio fuera allí mismo en el Senado, nadie sería condenado”.
Muchos líderes republicanos han calificado a Cruz ser ser "un bully de patio de recreo, un chiflado, que cambia de opinión todos los días". Mike Huckabee dijo que Cruz es un ejemplo perfecto de de un experto hacer política “sucia”.
El ex jefe de la Cámara de Diputados, John Boehner lo llamó “imbécil”, “falso profeta”, y “Lucifer”.
En un principio, Trump no fue tomado en serio, su candidatura no fue valorada en la dimensión que representa en este momento porque la clase política tradicional -que conforma la cúspide de la pirámide del partido republicano- no fue capaz de leer acertadamente el comportamiento y los deseos de la base del partido. Trump fue armando su rompecabezas, diciéndole a la gente lo que anhelaba escuchar, y tocando temas que otros no se atrevían a incluir en sus discursos porque representaban candela que podía quemar sus propios liderazgos. Sin embargo, Trump se atrevió y puso en el tapete asuntos ligados a la seguridad de Estado, el terrorismo islámico, la fracasada política migratoria y las alarmas sobre la deuda externa incontrolable que tiene los Estados Unidos.
La teatralidad de Trump en la presentación de los temas que ciertamente preocupan a los estadounidenses, hace que muchos aún no las tomen en serio, y consideren que no son sino parte de las múltiples herramientas que el magnate inmobiliario utiliza con éxito para lograr apoderarse de la curiosidad y atención de los medios y del país.
Hasta ahora nadie sabe sí Trump pretende realmente construir un muro en la frontera entre Estados Unidos y México o si se propone parar la entrada de musulmanes y mexicanos al país. Lo único que puede verse como cierto en este asunto es que el planteamiento de tales medidas ha prendido las alarmas del establishment y el entusiasmo de los sectores blancos de la sociedad norteamericana.
La puesta en escena de acciones radicales, al menos en el discurso político, han sido extremadamente exitosas para el multimillonario candidato y una prueba de fuego para las cúpulas que sabiendo que hay una mayoría que clama por soluciones en temas de seguridad, ha preferido hacerse de la vista gorda.
Uno de los logros de Trump es despertar al establishment que parecía haber estado dormido por décadas. Las opiniones que ha despertado la candidatura del magnate deja entrever la profundidad de la crisis que existe en uno de los principales partidos y sostén principal del sistema político norteamericano. La radicalización del debate ha llevado a la palestra unas hipótesis increíbles que van desde que el excéntrico empresario es la reencarnación de Hitler, hasta que es la copia fiel del fallecido líder autoritario y populista, Hugo Chávez. Muchas voces han lanzado campañas que aseguran que de llegar Trump a la presidencia se acabaría la democracia estadounidense, y que el país caería en una mayor bancarrota, y hasta que empezaría la tercera guerra mundial.
Llama la atención la actitud antidemocrática y violenta que ha asumido el establishment para parar la candidatura de Trump, incluyendo -inclusive- acciones como prohibir o evitar a toda costa que los seguidores del precandidato acudan a los mítines, actuando con la misma irracionalidad que le critican al magnate.
La lluvia de acusaciones pareciera no tener fin. Dicen que Trump no tiene ideología, que hay mejores candidatos que representan la esencia del partido. Tratando de pararlo, han puesto en el debate el hecho que Trump se ha casado tres veces. De hecho, Ted Cruz publicó un aviso con una fotografía de la actual esposa del magnate (cuando era modelo), posando desnuda para una revista, con un mensaje que dice: Esta puede ser la primera dama de los Estados Unidos o vota por Ted Cruz.
En ninguna de las declaraciones y acciones que se han tomado hasta ahora puede observarse una auténtica propuesta contraria a la utilizada por el neoyorquino para subirse en la cresta de la ola, lo cual sin duda alguna es preocupante y refleja la carencia de planes reales, serios para enfrentar los enormes problemas que enfrenta este país.
Por ahora, todas las acciones tomadas por la política rancia de DC, no han rendido los frutos esperados, incluyendo los actos de violencia que se han presentado en algunos mítines del millonario y que han acarreado críticas a lo largo y ancho del país. Por el contrario, las encuestas señalan que la mayoría de las bases republicanos lo sigue apoyando, y creen en las promesas que ha hecho, y que ven en él la posibilidad de un relanzamiento de la economía norteamericana y un negociador para asuntos de alto nivel.
Observamos el avance de la política del espectáculo, de la antipolítica y una pelea de la cúpula partidista con su base para salvarse del triunfo de un outsider. Sí se adentra a un análisis serio de las propuestas de los candidatos, nos encontramos con un escenario más carente aún de racionalidad, ya que tanto Trump como Cruz se han dedicado a proponer más o menos lo mismo. La única diferencia termina siendo el estilo y la personalidad de los voceros.
No queda claro que el magnate tiene un plan de propuestas económicas, o simplemente unas ideas que enarbola de acuerdo a sus intereses. Lo preocupante es que Ted Cruz tampoco pareciera tenerlas, y sus acciones se están limitando -casi exclusivamente- a golpear a Trump y a sus seguidores. Se observa a un Cruz preocupado por acabar con Trump y a la vez convencer al Cártel de Washington que deben apoyarlo y arrebatarle la candidatura a Trump en la Convención por medio de negociaciones. Cruz no muestra una plataforma de gobierno que convenza a los electores, luce como un gallito de pelea que quiere acabar a como dé lugar con el multimillonario.
El discurso de Trump y Cruz, e inclusive si se toma en cuenta al mismo John Kasich, (quien permanece en la carrera a pesar de las pocas opciones que tiene de ganar), podremos observar que los tres coinciden en buena medida, en temas de impuestos o seguridad.
Las propuestas lanzadas en los debates de campaña hablan de una rebaja de impuestos sobre la renta que va entre un 10 por ciento a un 39 por ciento. Las diferencias entre los tres candidatos son muy pequeñas. La medida más radical sobre el tema de reducción impositiva está en el plan de Ted Cruz, cuya propuesta supera el 20% máximo planteado por Trump y Kasich.
Trump considera que las rebajas estarían entre el 0% para aquellos cuyos ingresos son hasta el 25 mil dólares- hasta un 25% para las personas con ingresos a partir de 150.000 dólares. Cruz plantea en el debate, la reducción de un porcentaje único del 10% para cualquier cifra de ingresos incluyendo los dividendos y las ganancias de capital. Igualmente Cruz propone introducir una tasa sobre el valor agregado, un I.V.A. del 16% sobre el consumo.
Trump sólo ha dicho que rebajaría en un 15 % los impuestos sobre las ganancias de capital en las inversiones de largo plazo, y para los tributos que pagan las pequeñas y medianas compañías, mientras que Ted Cruz señaló que en este aspecto rebajaría hasta el 10 %.
Las propuestas de los candidatos dejan ver que un programa de Donald Trump no sería muy diferente al de Ted Cruz en asuntos económicos. No obstante, la campaña para la nominación republicana nada tiene que ver con un programa de gobierno, sino que la situación va más allá de lo que pueda representar una plataforma económica para hacer las reformas que necesita en aparato productivo norteamericano. El asunto que se vislumbra en las primarias republicanas refleja las debilidades del sistema, del liderazgo y las profundas divisiones que hay en la cúpula y la base de la organización partidista.
En esencia se observa un partido dividido
Por un lado está la cúpula, alejada del sentimiento de la base, que reaccionó tardíamente a la candidatura de Donald Trump, un empresario multimillonario que ha montado su discurso de campaña en base a duras críticas al "odiado" establishment de Washington donde están los políticos de oficio responsables directos del caos que vive el país. Trump ha jugado magistralmente con la elevación del sentimiento de lo público y lo privado de los norteamericanos. Con promesas estrambóticas de levantar un muro en la frontera de EEUU y México, de no recibir a los musulmanes en territorio estadounidense y otras de ese tenor Trump ha acaparado la atención de la población que históricamente no estaba activada políticamente pero que hoy día se siente amenazada.
Con Trump la política norteamericana pasó a ser una especie de reality show, una de las mejores representaciones de la política como espectáculo.
Ted Cruz el político más despreciado de Washington DC
El senador por Texas, nacido en Canadá y de origen cubano, Ted Cruz es probablemente el político más despreciado en Washington DC. Por muchas razones, Cruz reúne en su persona una profunda y casi unánime antipatía entre quienes lo conocen y han trabajado con él.
De hecho, el senador de Carolina del Sur, Lindsey Graham dijo en enero, antes de darle su apoyo regañadientes que era “como escoger entre que te envenenen o te disparen—¿qué más da?”
Es curioso que el único candidato que podría hacerle frente a Trump sea un político de oficio que a pesar de haber pasados muchos años en Washington no tiene amigos sino una larga lista de enemigos quienes lo califican como insoportable, mentiroso, traidor, y hasta como Lucifer.
Desde la llegada de Cruz a la capital estadounidense ha tratado de desequilibrar el status quo, le dijo Israel Ortega, analista republicano y escritor de Opportunity Lives en una entrevista al canal latino Univisión.
De hecho, cuando Lindsey Graham no lo había apoyado comparó a Cruz con un veneno, y con una frase que refleja el desprecio que siente por el senador de Texas dijo: “si alguien asesinara a Ted Cruz en los recintos del Senado, y el juicio fuera allí mismo en el Senado, nadie sería condenado”.
Muchos líderes republicanos han calificado a Cruz ser ser "un bully de patio de recreo, un chiflado, que cambia de opinión todos los días". Mike Huckabee dijo que Cruz es un ejemplo perfecto de de un experto hacer política “sucia”.
El ex jefe de la Cámara de Diputados, John Boehner lo llamó “imbécil”, “falso profeta”, y “Lucifer”.
Trump gana la base
La teatralidad de Trump en la presentación de los temas que ciertamente preocupan a los estadounidenses, hace que muchos aún no las tomen en serio, y consideren que no son sino parte de las múltiples herramientas que el magnate inmobiliario utiliza con éxito para lograr apoderarse de la curiosidad y atención de los medios y del país.
Hasta ahora nadie sabe sí Trump pretende realmente construir un muro en la frontera entre Estados Unidos y México o si se propone parar la entrada de musulmanes y mexicanos al país. Lo único que puede verse como cierto en este asunto es que el planteamiento de tales medidas ha prendido las alarmas del establishment y el entusiasmo de los sectores blancos de la sociedad norteamericana.
La puesta en escena de acciones radicales, al menos en el discurso político, han sido extremadamente exitosas para el multimillonario candidato y una prueba de fuego para las cúpulas que sabiendo que hay una mayoría que clama por soluciones en temas de seguridad, ha preferido hacerse de la vista gorda.
Uno de los logros de Trump es despertar al establishment que parecía haber estado dormido por décadas. Las opiniones que ha despertado la candidatura del magnate deja entrever la profundidad de la crisis que existe en uno de los principales partidos y sostén principal del sistema político norteamericano. La radicalización del debate ha llevado a la palestra unas hipótesis increíbles que van desde que el excéntrico empresario es la reencarnación de Hitler, hasta que es la copia fiel del fallecido líder autoritario y populista, Hugo Chávez. Muchas voces han lanzado campañas que aseguran que de llegar Trump a la presidencia se acabaría la democracia estadounidense, y que el país caería en una mayor bancarrota, y hasta que empezaría la tercera guerra mundial.
Llama la atención la actitud antidemocrática y violenta que ha asumido el establishment para parar la candidatura de Trump, incluyendo -inclusive- acciones como prohibir o evitar a toda costa que los seguidores del precandidato acudan a los mítines, actuando con la misma irracionalidad que le critican al magnate.
La lluvia de acusaciones pareciera no tener fin. Dicen que Trump no tiene ideología, que hay mejores candidatos que representan la esencia del partido. Tratando de pararlo, han puesto en el debate el hecho que Trump se ha casado tres veces. De hecho, Ted Cruz publicó un aviso con una fotografía de la actual esposa del magnate (cuando era modelo), posando desnuda para una revista, con un mensaje que dice: Esta puede ser la primera dama de los Estados Unidos o vota por Ted Cruz.
En ninguna de las declaraciones y acciones que se han tomado hasta ahora puede observarse una auténtica propuesta contraria a la utilizada por el neoyorquino para subirse en la cresta de la ola, lo cual sin duda alguna es preocupante y refleja la carencia de planes reales, serios para enfrentar los enormes problemas que enfrenta este país.
Por ahora, todas las acciones tomadas por la política rancia de DC, no han rendido los frutos esperados, incluyendo los actos de violencia que se han presentado en algunos mítines del millonario y que han acarreado críticas a lo largo y ancho del país. Por el contrario, las encuestas señalan que la mayoría de las bases republicanos lo sigue apoyando, y creen en las promesas que ha hecho, y que ven en él la posibilidad de un relanzamiento de la economía norteamericana y un negociador para asuntos de alto nivel.
Observamos el avance de la política del espectáculo, de la antipolítica y una pelea de la cúpula partidista con su base para salvarse del triunfo de un outsider. Sí se adentra a un análisis serio de las propuestas de los candidatos, nos encontramos con un escenario más carente aún de racionalidad, ya que tanto Trump como Cruz se han dedicado a proponer más o menos lo mismo. La única diferencia termina siendo el estilo y la personalidad de los voceros.
No queda claro que el magnate tiene un plan de propuestas económicas, o simplemente unas ideas que enarbola de acuerdo a sus intereses. Lo preocupante es que Ted Cruz tampoco pareciera tenerlas, y sus acciones se están limitando -casi exclusivamente- a golpear a Trump y a sus seguidores. Se observa a un Cruz preocupado por acabar con Trump y a la vez convencer al Cártel de Washington que deben apoyarlo y arrebatarle la candidatura a Trump en la Convención por medio de negociaciones. Cruz no muestra una plataforma de gobierno que convenza a los electores, luce como un gallito de pelea que quiere acabar a como dé lugar con el multimillonario.
El discurso de Trump y Cruz, e inclusive si se toma en cuenta al mismo John Kasich, (quien permanece en la carrera a pesar de las pocas opciones que tiene de ganar), podremos observar que los tres coinciden en buena medida, en temas de impuestos o seguridad.
Las propuestas lanzadas en los debates de campaña hablan de una rebaja de impuestos sobre la renta que va entre un 10 por ciento a un 39 por ciento. Las diferencias entre los tres candidatos son muy pequeñas. La medida más radical sobre el tema de reducción impositiva está en el plan de Ted Cruz, cuya propuesta supera el 20% máximo planteado por Trump y Kasich.
Trump considera que las rebajas estarían entre el 0% para aquellos cuyos ingresos son hasta el 25 mil dólares- hasta un 25% para las personas con ingresos a partir de 150.000 dólares. Cruz plantea en el debate, la reducción de un porcentaje único del 10% para cualquier cifra de ingresos incluyendo los dividendos y las ganancias de capital. Igualmente Cruz propone introducir una tasa sobre el valor agregado, un I.V.A. del 16% sobre el consumo.
Trump sólo ha dicho que rebajaría en un 15 % los impuestos sobre las ganancias de capital en las inversiones de largo plazo, y para los tributos que pagan las pequeñas y medianas compañías, mientras que Ted Cruz señaló que en este aspecto rebajaría hasta el 10 %.
Las propuestas de los candidatos dejan ver que un programa de Donald Trump no sería muy diferente al de Ted Cruz en asuntos económicos. No obstante, la campaña para la nominación republicana nada tiene que ver con un programa de gobierno, sino que la situación va más allá de lo que pueda representar una plataforma económica para hacer las reformas que necesita en aparato productivo norteamericano. El asunto que se vislumbra en las primarias republicanas refleja las debilidades del sistema, del liderazgo y las profundas divisiones que hay en la cúpula y la base de la organización partidista.
Observaciones sobre la democracia
En las últimas décadas, la democracia ha ido perdiendo adeptos. Los gobernantes se ha vuelto incapaces de dar respuestas efectivas a las demandas del colectivo. En el medio de esas debilidades, han surgidos líderes populistas que se han esforzado por condenar la política y a los políticos tradicionales, acusándolos de ser los responsables de la crisis que viven las sociedad.
Los líderes antiestablishment suelen presentarse como los poseedores de todas las soluciones que requieren los países. Trump -por ejemplo-se ampara en su condición de empresario exitoso y mediático, para conquistar las bases del partido con el uso de un lenguaje directo y promesas que sacian las esperanzas perdidas de muchos ciudadanos. El asunto de la crecida de la candidatura de Trump ha roto los esquemas, y ha pulsado el apoyo de aquellos que buscan a un candidato que diga las cosas como son y los que están enojados y muy decepcionados con el gobierno federal.
En las medida en que Trump ha ido ganando elecciones primarias han caído bajo tierra los argumentos que aseguraban al principio que el magnate colapsaría bajo su propio peso. Por el contrario, los votantes han estado respondiendo a un mensaje radical del empresario.
¿Cuáles son las posibilidades de que una convención impugne la candidatura de Donald Trump ?
Aunque era impensable hace unos meses, ahora parece muy posible que se produzca una impugnación de la candidatura de Trump en la Convención Republicana de julio. De tomarse esa decisión, sería la primera en concretarse en las últimas cuadro décadas. La impugnación de la candidatura votada por la mayoría de los electores demostraría el poder de imposición de la cúpula republicana sobre los electores, lo que significaría un duro golpe a las bases del partido.
Esa crisis del partido republicano abarca las instituciones que suponen ser el medio de canalizar y expresar legítimamente las relaciones que deben existir entre el Estado y los ciudadanos. El cambio de candidato en el seno de la Convención mostraría que existe definitivamente una crisis de representación política tradicional.
Los seguidores de Trump
Donald Trump presentó su candidatura bajo la mirada dudosa de muchos de los miembros de la cúpula partidista, que hasta se burlaban de las aspiraciones del magnate y no daban crédito a sus propuesta de lanzarse a la carrera presidencial. Seis meses después Trump no sólo va muy adelante en la ganancia de delegados, sino que su apoyo ha crecido a lo largo y ancho del país.
Una encuesta de YouGov refleja que los americanos que apoyan al empresario la mitad son mujeres, un tercio son mayores de 65 años y sólo un 2% está por debajo de los 30 años. Atendiendo al nivel de estudios, casi un 50% afirma haber completado el college y un 19% haberse graduado en la universidad. Ideológicamente, un 65% los participantes en el sondeo se declaran mayoritariamente conservadores, frente a un 13% que se califica a sí mismo de "muy conservador" y un 20% que dice ser moderado. En el plano económico, casi un tercio de los seguidores del multimillonario gana menos de 50.000 dólares al año y un 11% están por encima de los 100.000.
Pareciera que Donald Trump logró conectarse con un sentimiento que se ha venido conformando entre los estadounidenses contra el establishment de Washington DC. Es ese sentimiento el que ha aflorado en las urnas y el que amenaza con explotar de ser vedado su derecho. Por lo tanto, las encuestas lo dan como ganador en los próximos comicios primarios en los estados de Nueva York, North Dakota(Caucus), Wisconsin, Wisconsin, Delaware, Pennsylvania, Maryland y Rhode Island.
A los Estados Unidos le toca el 8 de noviembre de 2016 enfrentar un escenario electoral peligroso y novedoso. Escoger entre la anti-política, el populismo, la corrupción y el rancio establishment. Nada fácil este reto para un sistema democrático que suele presentarse ante mundo como uno de los mejores. Sin duda hay crisis de liderazgo.
A los Estados Unidos le toca el 8 de noviembre de 2016 enfrentar un escenario electoral peligroso y novedoso. Escoger entre la anti-política, el populismo, la corrupción y el rancio establishment. Nada fácil este reto para un sistema democrático que suele presentarse ante mundo como uno de los mejores. Sin duda hay crisis de liderazgo.