lunes, 5 de marzo de 2012

Venezuela: una encrucijada entre el totalitarismo y la seudodemocracia

Por Maibort Petit

A pesar de los esfuerzos propagandísticos del gobierno de Caracas por hacerle creer al mundo que en Venezuela existe una democracia, cada día es más evidente la naturaleza real del régimen personalista, autocrático y de alta tendencia totalitaria de Hugo Chávez.
A lo largo de la historia política contemporánea hemos visto varias experiencias de éste tipo de regímenes políticos que esconden en manipuladores discursos, en políticas medias tintas, y en propaganda bien hecha, su esencia autoritaria, totalitarista y dictatorial. 
El problema de los gobiernos totalitarios y personalistas es que reposan sobre una sola figura que es la que ejerce el poder a su antojo, por lo general, un líder carismático y hablador, que tratan de engañar a los ciudadanos sobre su obra de gobierno. 
Mintiendo, y ayudados por los laboratorios de propaganda, este liderazgo pretende llenarse de gloria con cada uno de sus fracasos, sacando ventaja política de todo lo que hacen  y lo que dejan de hacer.
Estos líderes manipuladores intentan, muhas veces con éxito, cambiar la realidad del país que gobiernan por medio del uso de la psiquis del  colectivo, donde siembra “emocialmente” un ciclo de espeanzas que sólo pueden mantener en base a promesas periódicas que nunca cumplen, pero que  se basan en la esperanza y las necesidades de una masa, por lo general con bajos niveles de educación y altos grados de pobreza.
El régimen de Hugo Chávez es así. Anárquico, totalitarista, manipulador, populista, autoritario, personalista, mentiroso, controlador, alocado, destructor y absolutamente anti democrático. Hugo Chávez es también el segundo autócrata que se ha atrevido a gobernar el país desde el extranjero.

El primero fue Antonio Guzmán Blanco quien gobernó desde París, Francia, no porque estaba enfermo, sino porque le daba un cierto tedio el subdesarrollo de la Venezuela del siglo XIX. 

En Venezuela no existe democracia desde 1999. Los pocos vestigios de democracia y Estado de Derecho que se construyeron en las cuatro décadas de ensayo democrático tras la caída del gobierno militar de Marcos Pérez Jímenez fueron borradas deliberadamente por Hugo Chávez para implantar su proyecto personalista. Desde su llegada al poder, en Venezuela se trastocó el principio de separación de poderes y se manipularon los principios democráticos. 
El poder ejecutivo chavista copó a todos los otros poderes, convirtiéndolos en simples escalones para lograr sus objetivos políticos.  Para nadie es un secreto que el poder legislativo, judicial y electoral están bajo la bota de Hugo Chávez quien utiliza la Constitución y las instituciones como simples instrumentos personales.

En Venezuela, a pesar que la disidencia es mayoría, no existen posibilidades reales de que el gobierno pierda las elecciones. La parcialidad del ente electoral, el manejo del padrón electoral y de las instancias electorales del país a su libre albedrío, hacen más que sea imposible que Hugo Chávez pierda el poder por la vía electoral.
Chávez creó una red de cómplices que componen un aparataje institucional que le permite violar la constitución y permanecer en el poder por 13 años.
Por otro lado, la oposición no estaba acostumbrada a pelear políticamente en un escenario controlado por una sola mano. La corrupción de las esferas del poder y la desunión y poco criterio de la disidencia hace que el panorama político venezolano luzca más complicado. 
Chávez ha hecho lo que le ha dado la gana hasta ahora, y no existen variables que permitan cambiar el panorama por esta vía salvo que no sea la propia ineficiencia, corrupción y mediocridad del gobierno. 
La enfermedad de Hugo Chávez, la ambición de poder de los líderes chavistas y la el fracaso de las políticas económicas y sociales, aunado al caos que ha generado la equivocada diplomacia del régimen son las claves para su posible derrumbe. 


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