miércoles, 19 de enero de 2011

Huele a Capitalismo en la destruida Cuba socialista

 Por Maibort Petit

El anquilosado sistema cubano requiere de cambios. Las propias autoridades han admitido que, o se transforman o sucumben. Tal vez el más significativo de estos cambios es el referido a la conformación del sector privado que, aunque limitado, ya deja ver la exigencia de instaurarlo ante so pena de hacer desaparecer el régimen.

Aunque en pequeña escala, en Cuba, las autoridades y aquellas instituciones encargadas de preservar el régimen comunista, tal es el caso del diario oficial “Granma” habla, inclusive, de una “revolución dentro de la Revolución”. 
Y es que la isla caribeña se han comenzado a gestar una serie de reformas en virtud de que el propio régimen castrista ha entendido que el actual estado cosas es insostenible en esa nación.
Pero así sean pocos estas transformaciones, ya ha surgido un grupo de empresarios autónomos que comenzaron a está cambiar el panorama de un país donde el 95 por ciento de la economía está en manos del Estado.
Para 2011, según se apunta, vienen cambios más profundos.
En la isla, pues, opera lo que algunos denominan la “actualización” del socialismo, régimen vigente en Cuba desde hace más de cinco décadas.
Parte de la nueva realidad se deja ver con la decisión del gobierno de eliminar 500 mil empleos en un semestre. No podía ser de otra manera. Se trataba de un anuncio que tarde o temprano debía producirse, pues el sector estatal no soporta ya la infinita carga que recae sobre él.


Una serie de instrumentos legislativos hubieron de ser aprobados para crear la plataforma que permitiera a las personas cesantes abrir pequeños negocios en más de 178 profesiones diferentes.
De esto ya dan testimonios las calles de La Habana, en cuyas esquinas, paradas de autobús y portales, es posible ver a comerciantes particulares que ofrecen artículos diversos, jugos o comida para llevar. También se dejan ver los peluqueros a domicilio, o aquellos que se dedican a todo tipo de reparaciones.
Y aunque sin licencia, no falta quien venda CD o DVD copiados de cantantes como Shakira o Rihanna, hasta los capítulos de “Dora la exploradora” u otros programas de MTV. ¿Los precios? De entre uno y tres dólares al cambio.
Eso sí, todos los títulos son “piratas”, un claro ejemplo que se sigue de la televisión cubana, donde se emiten, sin licencia, películas y series estadounidenses.
Las opiniones respecto a los cambios no tardan en escucharse por aquí o por allá, toda vez que la gente entiende que se trata de un sistema donde todos ganan. Y es que los nuevos trabajadores “cuentapropistas”, como se les llama en la ley, cancelan el impuesto sobre la renta, impuesto a las ventas y contribuyen con la Seguridad Social.
            Toda esta plantilla de nuevos “empresarios” proviene, casi en un 60 por ciento, de los puestos de empleo que fueron eliminados por el gobierno.
            En diciembre, según informó el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, se habían concedido 80 mil licencias para la abrir pequeños negocios. A esa fecha, otras 20 mil esperaban por aprobación y visto bueno.
La administración de Raúl Castro estima que en unos cinco años el sector privado cubano estará conformado por alrededor de 2 millones de personas. Una cantidad considerable si se toma en cuenta que la fuerza laboral de Cuba es de cinco millones de trabajadores.
            Pero el gobierno también hace advertencias.
            No debe haber confusiones, pues el clan Castro es tajante al asegurar que estos cambios implementados solamente apuntan a hacer “irreversible” el socialismo y, de ninguna manera, se prevé un regreso “al pasado capitalista y neocolonial”.
Para Raúl Castro, la supervivencia de la revolución está supeditada a la corrección de los errores cometidos durante décadas. “O rectificamos, o ya se acabó el tiempo de seguir bordeando el precipicio. Nos hundimos y hundiremos el esfuerzo de generaciones enteras”, dijo el mandatario en la Asamblea.
De igual manera, Raúl Castro se dirigió a los militantes comunistas, a aquellos más recalcitrantes, pues. A ellos solicitó cambiar de mentalidad para, de esta manera, “no generar estigmas ni prejuicios” respecto a las políticas de cambio.
Además, algo insólito está ocurriendo, pues instituciones en las que anteriormente hubiese sido impensable escuchar ciertos planteamientos e ideas, se dejan oír los nuevos postulados de la transformación. Es el caso de los medios de comunicación oficiales, los cuales ahora contemplan espacios para explicar las nuevas formas de trabajo. Y hasta reprimendas se han dejado sentir en ellos, dirigidas a aquellos funcionarios que interfieren y obstaculizan la labor de los pequeños empresarios.
Por ejemplo, Granma invitó hace poco a “desatar los nudos de la burocracia que entorpecen la entrega expedita de licencias”.
            Trece años lleva sin celebrarse el congreso del Partido Comunista de Cuba, y ya se anuncia el encuentro que se celebrará entre los días 16 y 19 de abril.
 Tal evento coincidirá con el 50 aniversario de la victoria contra los invasores de Playa Girón y de la proclamación del carácter socialista de la revolución de Fidel Castro, ahora en manos de su hermano.
Y, precisamente Raúl Castro ha dicho que dicho congreso será la última vez en que la vieja generación de dirigentes trace el rumbo de la nación.
La agenda del Congreso del Partido Comunista de Cuba prevé la discusión de temas como la unificación de las dos monedas que circulan en el país —a saber, el peso nacional y el peso convertible—. Igualmente, se tratará la flexibilización de la compra-venta de viviendas, algo prohibido en la Cuba de los últimos cincuenta años.
Se debatirá, también, sobre la eliminación de la libreta de abastecimiento racionado. Un instrumento de racionamiento del consumo vigente desde 1962, pero que ha venido siendo reducida desde hace un tiempo. En pocas palabras, en Cuba se está llegando al fin de la era de los subsidios y las “gratuidades”.
También, el Congreso del Partido Comunista de Cuba discutirá temas de índole económico, aspectos que igualmente habrán de ser debatidos en la conferencia nacional de esa organización política en fecha de este año aún no definida.
Estatutariamente, ese órgano partidista tiene entre sus funciones la elección de los máximos cargos de dirección partidista, los cuales son detentados por Fidel y Raúl Castro, primer y segundo secretario.
Sin embargo, y pese a que ya cuentan, Fidel con 85 años y Raúl con 80 años de edad, no se hacen anuncios respecto a relevos en este sentido. Raúl Castro, hasta el momento, apenas ha dicho que en la conferencia se analizarán “modificaciones a los métodos y estilos de trabajo de la organización partidista”.

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