Por Maibort Petit
Desde el año 2006, cuando se produjo el primer encuentro entre Hugo Chávez y el presidente iraní, Mahmoud Ahmadinejad, en Caracas se empezaron a tejer hipótesis sobre una relación que se inició con una química desbordante y que amenazaba -por aquellos tiempos - en convertirse en una de los peores dolores de cabeza para algunos países del hemisferio. Luego, la discusión se trasladó al escenario internacional.
Chávez y Ahmadinejad tenían poco en común, incluso una amplia dificultad idiomática para comunicarse. Pero los intereses que fueron surgiendo entre ambos líderes, el egocentrismo y sus ambiciones, ayudaron para que los dos presidentes establecieran una agenda común que les ha permitido, a lo largo de un quinquenio, lograr objetivos macros frente a los ojos del gigante dormido de Occidente.
La alianza entre Irán y Venezuela no fue posible en la política del país sudamericano en el Siglo XX. La política exterior de Caracas antes de la llegada al poder del caudillo populista de izquierda, tenía como eje central la amistad con EEUU y Europa. Chávez cambió estas alianzas y desarrolló su proyecto político anti estadounidense sin mayores obstáculos, aprovechándose, entre otros aspectos, del alto nivel de incredulidad que pulula entre los líderes que han ocupado la Casa Blanca desde 1999, y que no le han dado valor al supuesto peligro que representa la amistad de Chávez y Ahmadinejad para el continente.
El Complot de las Fuerzas Quds contra el embajador Saudí y las debilidades del debate
Algunas voces del parlamento norteamericano habían advertido sobre los peligros que representaba la Alianza Venezuela e Irán para los Estados Unidos, a la vez que habían pedido al Departamento de Estado investigar a fondo los movimientos de Irán en América. Los líderes republicanos que llevaron el mensaje a la adminsitración Obama y dijeron sentirse insatisfechos con la actitud que sobre el tema, ha asumido la actual administración.
El asunto quedó en el olvido público, hasta que un nuevo evento lo puso nuevamente en el tapete. La revelación por parte del Departamento de Estado de un supuesto y extraño complot de las fuerzas iraníes Quds para asesinar al embajador de Arabia Saudita en suelo estadounidense, contando con el apoyo de los carteles de la droga mexicanos.
El anuncio despertó nuevamente la preocupación sobre la presencia de Irán en la región y sobre las actividades de sus aliados en este lado del mundo. Igualmente desató críticas sobre el verdadero objetivo del mensaje, y otras hipótesis que tocan intereses de personalidades del escenario interno de Washington DC, con Arabia Saudita y el mismo Irán.
El ambiente caldeado de la capital, por los chispazos de la campaña electoral, de la crisis económica y del desgaste del liderazgo de Obama puso el tema en una lista de intereses de la política de EEUU, pero no en la agenda de prioridades.
Ahmadinejad ha trabajado a lo largo de 5 años con Venezuela en varias proyectos que le han permitido ampliar su poder y eje de influencia en la región. Los puentes tendidos por Hugo Chávez con sus aliados de Bolivia, Nicaragua, Argentina, Ecuador y los ya existentes en Cuba han dado sus frutos, y le han permitido a Irán hacerse de espacios en occidente, violar las sanciones impuestas por el Consejo de Seguridad de la ONU, y establecer una serie de células que le permiten manejarse, bajo los recónditos mundos americanos, sin ser percibidos por el ojo adormecido imperialista.
Hay suficientes elementos que prueban la presencia de grupos terroristas como los Quds, Hezbollah y Hamás en varios países de América Latina. México, Brasil, Argentina, Nicaragua y Venezuela son ejemplo de ello. Existen evidencias que han puesto en el ojo público la agenda de ambos líderes para penetrar la geopolítica latinoamericana y acercarse a las fronteras de los Estados Unidos. Bajo el manto de la droga, las células terroristas se hacen de dinero para financiar sus actividades, para exportar de su causa, y para ganar espacios frente a sus enemigos (EEUU-Israel).
Entre Caracas y Teherán hay más que comercio e intercambio de tecnología. Ambos países desarrollan planes de cooperación bilaterales en las áreas militares y nucleares. No sólo Israel resultaría perjudicado con la producción de misiles en suelo venezolano. Otros países también serían víctimas de la política de Irán sino se llega a una solución negociada en este conflicto.
En los corrillos de Caracas es un secreto a voces la influencia que ha adquirido Irán en algunas áreas estratégicas del sector militar venezolano y de los países aliados al proyecto de Chávez.
La infiltración de Irán en América Latina es innegable. La historia que comenzó con el atentado de 1992 a la Embajada de Israel en Buenos Aires puso en evidencia los mecanismos usados por Irán para lograr sus objetivos, utilizando sus brazos armados, en aquel caso, Hezbollah, que le permitió negar su participación en los hechos. En octubre de 2006, un grupo Hezbollah América Latina dijo públicamente que era el responsable de un intento de atentado contra la embajada de EE.UU. en Caracas. Irán ha incrementado su presencia en la región y cuenta con 11 embajadas y cientos de asociaciones estratégicas con los gobiernos de izquierda del área.
Irán ha utilizado bancos venezolanos, aviones e instalaciones portuarias para evadir las sanciones internacionales. Igualmente se vale de las buenas relaciones entre Teherán y diversas capitales de América Latina. Hezbollah ha buscado y encontrado reclutas entre la población latinoamericana de más de cinco millones de musulmanes, así como de conversos al Islam en Latinoamérica.
Desde el año 2006, cuando se produjo el primer encuentro entre Hugo Chávez y el presidente iraní, Mahmoud Ahmadinejad, en Caracas se empezaron a tejer hipótesis sobre una relación que se inició con una química desbordante y que amenazaba -por aquellos tiempos - en convertirse en una de los peores dolores de cabeza para algunos países del hemisferio. Luego, la discusión se trasladó al escenario internacional.
Chávez y Ahmadinejad tenían poco en común, incluso una amplia dificultad idiomática para comunicarse. Pero los intereses que fueron surgiendo entre ambos líderes, el egocentrismo y sus ambiciones, ayudaron para que los dos presidentes establecieran una agenda común que les ha permitido, a lo largo de un quinquenio, lograr objetivos macros frente a los ojos del gigante dormido de Occidente.
La alianza entre Irán y Venezuela no fue posible en la política del país sudamericano en el Siglo XX. La política exterior de Caracas antes de la llegada al poder del caudillo populista de izquierda, tenía como eje central la amistad con EEUU y Europa. Chávez cambió estas alianzas y desarrolló su proyecto político anti estadounidense sin mayores obstáculos, aprovechándose, entre otros aspectos, del alto nivel de incredulidad que pulula entre los líderes que han ocupado la Casa Blanca desde 1999, y que no le han dado valor al supuesto peligro que representa la amistad de Chávez y Ahmadinejad para el continente.
El Complot de las Fuerzas Quds contra el embajador Saudí y las debilidades del debate
Algunas voces del parlamento norteamericano habían advertido sobre los peligros que representaba la Alianza Venezuela e Irán para los Estados Unidos, a la vez que habían pedido al Departamento de Estado investigar a fondo los movimientos de Irán en América. Los líderes republicanos que llevaron el mensaje a la adminsitración Obama y dijeron sentirse insatisfechos con la actitud que sobre el tema, ha asumido la actual administración.
El asunto quedó en el olvido público, hasta que un nuevo evento lo puso nuevamente en el tapete. La revelación por parte del Departamento de Estado de un supuesto y extraño complot de las fuerzas iraníes Quds para asesinar al embajador de Arabia Saudita en suelo estadounidense, contando con el apoyo de los carteles de la droga mexicanos.
El anuncio despertó nuevamente la preocupación sobre la presencia de Irán en la región y sobre las actividades de sus aliados en este lado del mundo. Igualmente desató críticas sobre el verdadero objetivo del mensaje, y otras hipótesis que tocan intereses de personalidades del escenario interno de Washington DC, con Arabia Saudita y el mismo Irán.
El ambiente caldeado de la capital, por los chispazos de la campaña electoral, de la crisis económica y del desgaste del liderazgo de Obama puso el tema en una lista de intereses de la política de EEUU, pero no en la agenda de prioridades.
Ahmadinejad ha trabajado a lo largo de 5 años con Venezuela en varias proyectos que le han permitido ampliar su poder y eje de influencia en la región. Los puentes tendidos por Hugo Chávez con sus aliados de Bolivia, Nicaragua, Argentina, Ecuador y los ya existentes en Cuba han dado sus frutos, y le han permitido a Irán hacerse de espacios en occidente, violar las sanciones impuestas por el Consejo de Seguridad de la ONU, y establecer una serie de células que le permiten manejarse, bajo los recónditos mundos americanos, sin ser percibidos por el ojo adormecido imperialista.
Hay suficientes elementos que prueban la presencia de grupos terroristas como los Quds, Hezbollah y Hamás en varios países de América Latina. México, Brasil, Argentina, Nicaragua y Venezuela son ejemplo de ello. Existen evidencias que han puesto en el ojo público la agenda de ambos líderes para penetrar la geopolítica latinoamericana y acercarse a las fronteras de los Estados Unidos. Bajo el manto de la droga, las células terroristas se hacen de dinero para financiar sus actividades, para exportar de su causa, y para ganar espacios frente a sus enemigos (EEUU-Israel).
Entre Caracas y Teherán hay más que comercio e intercambio de tecnología. Ambos países desarrollan planes de cooperación bilaterales en las áreas militares y nucleares. No sólo Israel resultaría perjudicado con la producción de misiles en suelo venezolano. Otros países también serían víctimas de la política de Irán sino se llega a una solución negociada en este conflicto.
En los corrillos de Caracas es un secreto a voces la influencia que ha adquirido Irán en algunas áreas estratégicas del sector militar venezolano y de los países aliados al proyecto de Chávez.
La infiltración de Irán en América Latina es innegable. La historia que comenzó con el atentado de 1992 a la Embajada de Israel en Buenos Aires puso en evidencia los mecanismos usados por Irán para lograr sus objetivos, utilizando sus brazos armados, en aquel caso, Hezbollah, que le permitió negar su participación en los hechos. En octubre de 2006, un grupo Hezbollah América Latina dijo públicamente que era el responsable de un intento de atentado contra la embajada de EE.UU. en Caracas. Irán ha incrementado su presencia en la región y cuenta con 11 embajadas y cientos de asociaciones estratégicas con los gobiernos de izquierda del área.
Irán ha utilizado bancos venezolanos, aviones e instalaciones portuarias para evadir las sanciones internacionales. Igualmente se vale de las buenas relaciones entre Teherán y diversas capitales de América Latina. Hezbollah ha buscado y encontrado reclutas entre la población latinoamericana de más de cinco millones de musulmanes, así como de conversos al Islam en Latinoamérica.
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